La agricultura en Mesoamérica: productos y técnicas de cultivos
prehispánicos.
Aunque a priori pudiera aparentar que
el maíz fue el primer producto agrícola que se cultivó en Mesoamérica, debido a
la fuerte influencia que tuvo para los pueblos indígenas y que aún hoy mantiene
en la actualidad, no parece que fuera así. Algunos investigadores, como es el
caso de Girad, opinan que la agricultura mesoamericana dio comienzo con otro
cultivo diferente, la yuca (manikot esculenta), junto a otras raíces como el
camote y la jícama. La llamada trinidad agrícola surgió más tarde: la calabaza
comenzó a cosecharse hace 7.500 años aproximadamente; el maíz 7.000 y los
frijoles 4.500.
Hace 3.500 años, la agricultura se
había extendido por todo el territorio mesoamericano y sus habitantes se habían
vuelto sedentarios totalmente. Los cultivos les obligaron a asentarse más
tiempo en los mismos lugares y aparecieron las primeras aldeas, construían sus
viviendas y adoratorios y fabricaban cerámica que cocían en hornos. También en
este periodo de tiempo se intensificaron otras labores, la fabricación de
cestería, cordeles, redes, textiles; y se perfeccionaron las técnicas de pulido
de piedra, que se aplicaban de igual modo a collares, pipas, etc.
El grupo étnico denominado Popoloca
jugó un papel muy importante en el desarrollo de la agricultura mesoamericana.
Según los estudios llevados a cabo en 1.964 por MacNeish, los antiguos
popolocas, los proto-otomangues, iniciaron la cultura agrícola hace 7.000 años,
lo que hasta entonces era un paisaje natural se convirtió en uno cultivado.
Junto a las raíces como la yuca, el camote o la jícama, comenzaron a cultivarse
el chile, el amaranto, aguacate, calabaza, izote, nopal, ciruela, maguey,
mezquite, etc. Para el siglo VIII de nuestra era los popolocas ya conocían y
domesticaban todas las plantas y animales que conocían todos los pueblos
mesoamericanos ocho siglos más tarde, cuando llegaron los españoles al
continente.
El desarrollo de los
popolocas en el campo agrícola se extendió a la ingeniería, construyeron
terrazas, canales y pequeños depósitos a manera de jagüeyes. Además, se les
considera uno de los pueblos pioneros en la fabricación de la cerámica
mesoamericana. Por la prueba del carbono 14 se conoce que su antigüedad data de
entre los años 2.300 y 1.500 antes de nuestra era.
No podemos entender qué tipo de
culturas y sociedades conformaban los antiguos habitantes de Mesoamérica sin
antes conocer qué tipo de cultivos se daban principalmente. Para este estudio
los arqueólogos pueden detectar esos productos cultivados por distintas vías o
métodos. Sus descubrimientos se basan en el estudio de las zonas donde vivían y
cultivaban, donde encuentran restos carbonizados de sus cosechas. De igual
manera sacan sus conclusiones en el análisis microscópico de las muestras de
tierra de las excavaciones, detectando el polen generado por especies concretas
de plantas. Para los arqueólogos, los fitolitos son un mundo extinto al
descubierto. Estos minúsculos objetos minerales que producen algunas plantas en
el lugar donde crecieron y que permanecen en la tierra, se revelan como un
ideario sociológico de entonces, dejan al descubierto cuáles eran las cosechas
que se daban por aquel tiempo pasado y, por lo tanto, cuál era la base de la dieta
de los pobladores.
Hasta hace poco tiempo, los arqueólogos
aseguraban que la mayoría de los cultivos de los mayas era del tipo de tala y
quema, pero según Holmul, ya no se piensa igual y parece que la tala y quema se
daba a menor escala. El resultado de nuevas investigaciones nos revelan que la
mayoría de las ciudades, tanto del Preclásico como del Clásico, usaban la
agricultura intensiva, se valían de terrazas rellenas de lodos de los bajos,
que eran más fértiles, así como el uso del drenaje en los bajos, canales de
irrigación, cultivo de árboles, uso de árboles como el huixil
(Leucaena-Leucocephala), y otras sustancias como abono para nitrogenar la
tierra.
Según Tom Sever:
"los mayas no podían hacer pozos, ya que el agua se encuentra a unos 150
m. de profundidad en el Petén, así que ellos dependían de la lluvia".
Aunque la selva tropical experimenta una estación seca cada año, y los árboles
absorben agua del suelo, Sever asegura que en la región del Petén, los mayas se
servían del agua de lluvia que recogían en pantanos llamados bajos, que cubren
un 40% del paisaje. Hoy esta lluvia se evapora antes de que alguien la use,
pero las excavaciones e imágenes de satélite revelan una red de canales entre
los cibales o bajos hechos por los mayas. De la misma manera, Sever opina que
usaron los canales para reusar y controlar el agua de lluvia, lo que permite
imaginar a los antiguos agricultores ocupados todo el día en la agricultura
intensiva. De no haber utilizado estos bajos, parece casi imposible haber podido
mantener a la densa población de aquel tiempo en la región del Petén. Los mayas
tenían entonces un 40% más de tierra más fértil que el otro 60%, una gran
contribución a su producción alimenticia.
También en los lagos del Petén, los
arqueólogos han estudiado las muestras de polen tomadas, estos estudios dan
como resultado una fuerte deforestación hace unos 1.200 años, pero no causada
por la tala y quema en la agricultura, como se pensaba hasta hace no mucho
tiempo, sino por el cambio climático y la producción de estuco para sus
ciudades. La evaporación y erosión fue tan rápida que destruyó el sistema
agrícola en uso durante 2.000 años.
Por otra parte, los aztecas que llegaron tardíamente al valle tuvieron
que conformarse y adaptarse a vivir en las islas. Tuvieron que idearse un
método por el que producir los cultivos que sería la base de su alimentación,
para ello se valieron de las islas artificiales o chinampas, lo que les
permitió hacer frente a sus necesidades básicas alimenticias del crecimiento
demográfico que vivieron. La ingeniería asociada al agua también resultó ser un
arma muy valiosa a la hora de incrementar la producción agrícola y, para tal
causa, construyeron muchos aochpango o acueductos, entre ellos, los más
impresionantes se encontraban en la capital del imperio, Tenochtitlán. Las
cosechas aztecas no se diferenciaban mucho de los gustos mayas, así mismo sus
preferencias estaban en el maíz, calabaza, frijol, chile, amaranto, cacao, ají,
tabaco, chía, tomate y otros, cultivos que desarrollaban con una única
herramienta llamada coa, un palo con extremo puntiagudo.
Los aztecas
utilizaban distintas técnicas de cultivos, como la roza, que consistía en
limpiar la tierra, y las terrazas, áreas cultivadas sobre una ladera retenidas
por un pequeño muro. Las chinampas, usadas en el valle de México, tenían un
sofisticado sistema que permitía a los campesinos aprovechar el suelo de las zonas
lacustres de forma intensiva. Entre todos sus cultivos, especialmente dos de
ellos se diferenciaban de los pertenecientes a la alimentación, el algodón,
cuya producción era el pilar principal para la fabricación de sus vestimentas,
y el maguey, con el que elaboraban una bebida ceremonial y embriagadora llamada
pulque.